Para el Progreso de Campeche
Seguridad Pública (¡Más allá de la prevención de siempre!)
Segunda parte
En la primera parte de esta
secuencia de reflexiones (publicada el 22 del presente) comentaba el intento
por aporta en la preservación de la Seguridad de nuestros
conciudadanos y por coadyuvar a la estabilidad y mejoramiento en la calidad de
vida de las futuras generaciones, igualmente distinguía la intensión porque seamos
nosotros, la actual generación, quienes detonemos e impulsemos y pongamos en
marcha las nuevas políticas de participación ciudadana en materia de Seguridad
Pública.
E invite a constituirnos como el
factor determinante en la elaboración de nuevos instrumentos oficiales en
materia de prevención del delito para ir más allá de la prevención de siempre;
por armar políticas incluyentes y por evitar en lo posible los refritos en
materia de política preventiva.
Y como lo hice en aquel entonces,
ratifico la invitación a la crítica constructiva no sin antes defender al extremo de mi vida el derecho a la libertad de expresión de quienes por su
convicción o ideología tengan una mejor
opción. Pero por supuesto que se vale.
Ya para retomar nuestra
aportación destacaba los comentarios que hiciera el Lic. Diódoro Carrasco
Altamirano en el Primer Seminario Internacional sobre “La Participación Ciudadana en la Prevención del Delito y la
Modernización de la Seguridad Pública; y
sobre la contratación de los servicios que hiciera el virtual Presidente de los
Estados Unidos Mexicanos del General Oscar Naranjo.
Al respecto cabe remembrar que el
anteceden de esta contratación la encontramos en el Distrito Federal cuando a
principios de 2002 un grupo de poderosos hombres de negocios de la ciudad
trajeron al trashumante consultor internacional de seguridad Rudolph Giuliani
para que diseñara según, un plan de
nuevas prácticas policiales y medidas alternativas de seguridad que pudieran
remediar los problemas de la delincuencia de la ciudad de México.
Al igual que lo había hecho en
otras ciudades latinoamericanas que visitó,
el equipo consultor de Giuliani ofreció un programa de reformas de
aplicación relativamente genérica elaborado a partir de un modelo aparentemente
exitoso llamado “ventanas rotas” (broken windows) de trabajo policial que se
usó en Nueva York.
Como se aprecia en la primera entrega no es la intensión de esta aportación ventilar formulismos que no existen, y que en el supuesto que hayan habido métodos
que les dieron resultados favorables a Rudolph Giuliani u Oscar Naranjo, pues
fueron métodos aplicados en espacios distintos, en momentos diferentes y a
sociedades incomparables en razón de la nuestra; sea esto por su ideología,
idiosincrasia, por su cultura, etc.
Elementos biosociales básicos que
quizá no se consideraron para la implementación de políticas de prevención y
posiblemente por ello, para el caso del primero ya probó en su aplicación su
ineficacia, y en el segundo supuesto
casi estoy seguro que los resultados no variarán en razón del primero, ambos en el intento por anular el problema de la inseguridad pública.
Reitero, el presente aspira a ser el detonante de una reacción que en
cadena propicie la participación ciudadana, y a través de ella, la modificación de esquemas conductuales re-direccionándola a un sentido
preventivo a fin de evitar trasladar hacia ella misma los diversos costos que
se deriven de la transgresión de las normas jurídicas.
Para lo anterior no se requiere
de estudios especializados, de profundas investigaciones o de doctos que con
abaratadas filosofías e intereses
desaguisados que no hacen más que confundir o corromper el sentido humanístico
e intrínseco que deben conllevar las políticas de Seguridad Pública.
Al igual, es más que entendible que mucho menos se
precisa de políticos rapaces o
mercenarios capaces de esgrimir
discursos resonantes y desgarrantes, de
contenidos inviables y para nada realizables así como tampoco son necesarios
los servidores públicos de actitud ortodoxa y por consecuencia
adulatoria al superior o aquellos defensores hasta lo inaudito e inimaginable
de la simulación como medio y objetivo
de su precaria realización.
Como ya la experiencia misma nos
ha enseñado o algo debió habernos
quedado claro, México y el problema de los mexicanos en materia de Seguridad
Pública no exige para su solución de la
contratación de reconocidos personajes, que salvo su excelente y brillante
trayectoria, difícilmente podrán hacer caminar políticas que deben ir más allá de mecanismos y estructuras que
ya en cuanto a su implementación en nuestro país han probado su esterilidad.
Siempre he sido un
convencido de que en nuestro Estado al
igual que en el resto del país, se cuenta con los recursos humanos necesarios y
con los profesionista y profesionales preparados
y altamente capacitados para asumir responsabilidades de este tipo y aún de
mayor anchura, pero que sólo en coadyuvancia con la sociedad podrán
alcanzar los resultados tan afanosamente esperados por ella misma.
Para lo cual, tan solo resulta
necesario recurrir a la observación
cotidiana, al sentido común y
práctico, desde luego a la recolección
de experiencias local, y sobre todo y muy importante a la actualización de los
elementos con los que hemos contado desde siempre para que con base a las nuevas circunstancias
o actores sociales, los redistribuyamos
y adoptemos como propios evitando el
temor y participando conscientemente en el apartado o sector de su aplicación.
Tan solo resulta necesario romper
con viejos esquemas de culturización, educación y de visión social en los que
se hacen visibles formas de pensar estereotipadas añejas y retrógradas tan
hondamente amalgamados y que se han trasladado de generación en generación y
por los cuales, hoy día, causan severo daño a nuestro Estado y al País en general.
Por supuesto, y por los resultados hasta ahora logrados por
las autoridades federales, estatales y municipales en el campo que nos ocupa,
precisar que el tema de la Seguridad Pública
no es fácil, es un argumento nada oseoso
así como tampoco lo es el dejar claro que las políticas hasta ahora
implementadas han dejado un mayor numero de insatisfechos que casos resueltos.
Concluyo la presente: “Tal vez
mañana tenga que sentarme frente a mis hijos y decirles que fuimos derrotados,
pero no podría mirarlos a los ojos y decirles que hoy ellos viven así porque Yo
no me animé a luchar.” Anónimo.
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CONTINUARA….