jueves, 6 de septiembre de 2012

Para ir más allá de la prevención de siempre


Para el Progreso de Campeche

Seguridad Pública (¡Más allá de la prevención de siempre!)



Segunda parte


En la primera parte de esta secuencia de reflexiones (publicada el 22 del presente) comentaba el intento por aporta   en la  preservación de la Seguridad de nuestros conciudadanos y por coadyuvar a la estabilidad y mejoramiento en la calidad de vida de las futuras generaciones, igualmente distinguía la intensión porque seamos nosotros, la actual generación, quienes detonemos e impulsemos y pongamos en marcha las nuevas políticas de participación ciudadana en materia de Seguridad Pública.
E invite a constituirnos como el factor determinante en la elaboración de nuevos instrumentos oficiales en materia de prevención del delito para ir más allá de la prevención de siempre; por armar políticas incluyentes y por evitar en lo posible los refritos en materia de política preventiva.
Y como lo hice en aquel entonces, ratifico la invitación a la crítica constructiva no sin antes defender  al extremo de mi vida el derecho a la  libertad de expresión de quienes por su convicción  o ideología tengan una mejor opción. Pero por supuesto que se vale.
Ya para retomar nuestra aportación destacaba los comentarios que hiciera el Lic. Diódoro Carrasco Altamirano en el Primer Seminario Internacional sobre “La Participación  Ciudadana en la Prevención del Delito y la Modernización de la Seguridad Pública;  y sobre la contratación de los servicios que hiciera el virtual Presidente de los Estados Unidos Mexicanos del General Oscar Naranjo.
Al respecto cabe remembrar que el anteceden de esta contratación la encontramos en el Distrito Federal cuando a principios de 2002 un grupo de poderosos hombres de negocios de la ciudad trajeron al trashumante consultor internacional de seguridad Rudolph Giuliani para que diseñara según,   un plan de nuevas prácticas policiales y medidas alternativas de seguridad que pudieran remediar los problemas de la delincuencia de la ciudad de México.
Al igual que lo había hecho en otras ciudades latinoamericanas que visitó,  el equipo consultor de Giuliani ofreció un programa de reformas de aplicación relativamente genérica elaborado a partir de un modelo aparentemente exitoso llamado “ventanas rotas” (broken windows) de trabajo policial que se usó en Nueva York.
Como se aprecia  en la primera entrega  no es la intensión de esta aportación  ventilar formulismos que no existen,   y que en el supuesto que hayan habido métodos que les dieron resultados favorables a Rudolph Giuliani u Oscar Naranjo, pues fueron métodos aplicados en espacios distintos, en momentos diferentes y a sociedades incomparables en razón de la nuestra; sea esto por su ideología, idiosincrasia, por su cultura, etc.
Elementos biosociales básicos que quizá no se consideraron para la implementación de políticas de prevención y posiblemente por ello, para el caso del primero ya probó en su aplicación su ineficacia,  y en el segundo supuesto casi estoy seguro que los resultados no variarán en razón del primero,  ambos en el intento por anular  el problema de la inseguridad pública.
Reitero, el presente aspira  a ser el detonante de una reacción que en cadena propicie la participación ciudadana, y a través de ella, la  modificación de esquemas  conductuales re-direccionándola a un sentido preventivo a fin de evitar trasladar hacia ella misma los diversos costos que se deriven de la transgresión de las normas jurídicas. 
Para lo anterior no se requiere de estudios especializados, de profundas investigaciones o de doctos que con abaratadas  filosofías e intereses desaguisados que no hacen más que confundir o corromper el sentido humanístico e intrínseco que deben conllevar las políticas de Seguridad Pública.
Al igual,  es más que entendible que mucho menos se precisa de  políticos rapaces o mercenarios  capaces de esgrimir discursos resonantes y desgarrantes,  de contenidos inviables y para nada realizables así como tampoco son necesarios los  servidores públicos  de actitud ortodoxa y por consecuencia adulatoria al superior o aquellos defensores hasta lo inaudito e inimaginable de  la simulación como medio y objetivo de su precaria realización.  
Como ya la experiencia misma nos ha enseñado o algo debió  habernos quedado claro, México y el problema de los mexicanos en materia de Seguridad Pública  no exige para su solución de la contratación de reconocidos personajes, que salvo su excelente y brillante trayectoria, difícilmente podrán hacer caminar políticas que deben  ir más allá de mecanismos y estructuras que ya en cuanto a su implementación en nuestro país han probado su esterilidad.
Siempre he sido un convencido  de que en nuestro Estado al igual que en el resto del país, se cuenta con los recursos humanos necesarios y con los profesionista y profesionales  preparados y altamente capacitados para asumir responsabilidades de este tipo y aún de mayor anchura,  pero que sólo  en coadyuvancia con la sociedad  podrán  alcanzar los resultados tan afanosamente esperados por ella misma.   
Para lo cual, tan solo resulta necesario recurrir a  la observación cotidiana,  al sentido común y práctico,  desde luego a la recolección de experiencias local, y sobre todo y muy importante a la actualización de los elementos con los que hemos contado desde siempre  para que con base a las nuevas circunstancias o actores sociales,  los redistribuyamos y adoptemos como propios  evitando el temor y participando conscientemente en el apartado o sector de su aplicación.   
Tan solo resulta necesario romper con viejos esquemas de culturización, educación y de visión social en los que se hacen visibles formas de pensar estereotipadas añejas y retrógradas tan hondamente amalgamados y que se han trasladado de generación en generación y por los cuales, hoy día, causan severo daño a nuestro Estado y al  País en general.
Por supuesto,  y por los resultados hasta ahora logrados por las autoridades federales, estatales y municipales en el campo que nos ocupa, precisar que el  tema de la Seguridad Pública no es fácil, es un argumento nada oseoso  así como tampoco lo es el dejar claro que las políticas hasta ahora implementadas han dejado un mayor numero de insatisfechos que casos resueltos.
Concluyo la presente:  “Tal vez mañana tenga que sentarme frente a mis hijos y decirles que fuimos derrotados, pero no podría mirarlos a los ojos y decirles que hoy ellos viven así porque Yo no me animé a luchar.” Anónimo.
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CONTINUARA….

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